Aquí les dejo un cuento que escribí cuando tenia 18 años. Me inspire en una tarde que fui a un pueblo llamado Invert, Puerto Plata, junto a la carretera había una entrada donde había un gran cañaveral. Mas adelante había un ingenio azucarero y se sentía cierta paz aun con el escándalo de las maquinarias. Del otro lado había una casa abandonada... he aquí la historia:
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Aquella mansión de secretos.
La Antigua casa abandonada al final del campo… aquella gran mansión llena de historias y emociones, donde viven recuerdos de las más grandiosas aventuras de mis pasados días. Atravesando desde el suelo decorado con amarillas hojas de otoño, hasta aquel gran árbol lleno de frutas… días de felicidad, días de tristeza, días en los que el viento calido parecía venir desde lo mas lejano en el universo, donde el azul cielo caía sobre nosotros al momento de acostarnos sobre el pasto marcado por nuestras pisadas de correteo.
Su gran tanque, único en la región, daba la mas excitante aventura de esos días, llegar a la cima y averiguar que había dentro. Nunca lo logramos. Solo recuerdo cuando en un intento por llegar a la cima, caí desde dos metros de espalda al piso… quede viendo el cielo que estaba rojizo, solté un suspiro y reí como loco, al igual que Mónica y Carlos que estaban a mi vera… con el rostro pálido, parecía que observaban un difunto. Hasta que reímos sin parar. Los rayos amarillentos del sol atravesaban sus tablas, algunas ya casi desprendidas... pero guardaban su secreto dentro. Caminar por aquel piso de madera era todo un misterio… cada paso resonaba al eco de toda la casa, cada suspiro era un gemido detrás de cada escondrijo, mientras los chicos esperaban fuera, con los ojos tan abiertos que creía que me decían que regresara, brechaban curiosamente cada lento paso que daba… recuerdo al mirar al techo un mes de septiembre, no recuerdo el día, solo me llega a la mente aquellas gigantescas redes de telaraña, cruzaban desde un extremo hasta el otro, y miles de insectos atrapados en ellas… daban un sentido de temor a nuestros valientes corazones.
Al fondo de uno de las habitaciones se encontraban las camas… todas estaban arregladas y bien tendidas, de la misma manera que mi madre lo hacia. Los baños aun tenían las cortinas, marrones por el polvo. Me aterrorice al ver aquella sombra dentro del closet de la pequeña habitación del final, inmóvil como una piedra, sentía que me observaba fijamente y me quede petrificado por un instante… quería salir corriendo y gritar a los chicos que me abran la rendija, pero la puerta estaba a su lado… espere algún movimiento en particular, pero no obtuve respuesta. Con la voz temblando y mis manos quietas, pregunte lentamente: “quien eres?” Y de pronto el sol se oculto, supongo que fue una nube… y al desaparecer aquella sombra por ese instante pensé que iba a morir.
De repente decidí acercarme paso a paso y abrir por completo aquella puerta con manubio de hierro oxidado, note que el sol venia y al dar su reflejo en mi rostro quede cegado por el momento. En ese instante vi que venia hacia mi algo grande, grite lo mas fuerte que pude, aterrorizado y caí al suelo, raspe mi pierna izquierda con la esquina de la cama y corrí hacia la puerta… al momento había un silencio penetrante, solo escuchaba los chicos preguntándome que pasaba, con la mirada desconcertada y al mirarlos con mi mano sosteniendo mi pierna les dije a uno de ellos: “-nada Carlos, solo quería asustarlos un poco”. Quien diría que un gran vestido negro sobre un colgadero de madera pareciera un fantasma. Esa es la razón por la que no quería pasar la vergüenza.
Miles de cosas pasaban a diario en la gran mansión abandonada, el gran tanque oxidado… solo nosotros podíamos descifrarlas, junto a ellos era eterno el momento. Ahora aquella casa al final de la granja… no existe, solo existe una factoría de arroz, donde el polvo parece el aire, y el humo rodea el negro cielo, que antes era azulado… Hubo una noticia de que hacia algunos años alguien murió en la factoría, era uno de los del pueblo que habían llegado a remodelar el lugar… es curioso, no se sabe de que murió… algunos dicen que el humo lo fue acabando poco a poco hasta que termino falleciendo, otros dicen que sufría del corazón… aun así no me resigno a pensar cual pudo ser la causa de su muerte, aunque me la reservo, pues yo era valiente a mis once años, pero no creo que aquel hombre pudo vivir para contarlo, aquel “fantasma” de tela negro… nunca mas lo volví a ver, pero quizás el si llego a encontrarlo, aunque su susto fue mayor.
Es una historia como narrada por un niño, que se deduce que esta un poco mas grande... es la vida desde su punto de vista (:
ResponderEliminarA los 18 años tenias una excelente narrativa, supongo que ahora es mucho mejor.
ResponderEliminarExcelente Luis!!
Gracias Mayre... :) y gracias por entrar y apoyar el blog :p =) Tamos trabajando en esto pa' que sea interesante :D!
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHey describes muy todos los detalles que le dan vida a una historia leída, eres buen escritor! -:ER:-
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