

Todo lo que nos rodea merece respeto y valor. Somos uno con todo. Al momento de mirar a los demás como valiosos, de sonreír por dentro cuando nos hablen mal y pensar que esa persona sencillamente tiene algún problema o esta pasando por momentos difíciles, en ese momento entenderemos que poco a poco vamos creciendo como persona. Miramos esa persona que amamos y la admiramos. Apoyamos incondicionalmente a nuestros hijos, padres, hermanos y amigos. De seguro habremos madurado.
Caminar por la calle de la ciudad escuchando nuestra canción favorita. Mirar las luces brillantes de la urbe. Llegar a nuestra casa que consideramos hogar, hacerla nuestro refugio de paz y mantener el respeto a nuestra familia, habitación y sala de estar, nos ayudara a mantener la limpieza y el orden. Todo eso sucederá cuando nos ordenemos mentalmente, hagamos los arreglos necesarios y se reflejara en nuestra forma de vivir, caminar, hablar, amistades y hasta de comer. Somos los que siempre tenemos esperanza. Somos los que decimos las buenas cosas que nos pasaran, los que pronosticamos lo grande de nuestros días aunque las cosas no marchen como siempre queremos. Seguimos adelante porque no sabemos rendirnos tan fácil. Son cosas normales. Somos los que queremos el bien para los demás, que compartimos lo bueno que sabemos. Somos los que sin importar nada abrazamos a los nuestros y les decimos lo valiosos que son.
Acciones siempre, nunca dejar cosas para luego. Hacer lo posible para crecer, vivir, valorar, gozar y amar. Como una celebre frase dice: "La felicidad es un camino, no una meta". Muy ciertas palabras y gran significado. Miremos a nuestro alrededor y demos valor a lo que tenemos que es mucho en verdad. Valoremos eso y cuidemos lo que nos queda del mundo. Somos los que aun callados queremos hablar y lo haremos con fuerza. Escucharemos esa canción que rompe fronteras y nos transporta, miraremos adelante con la frente en alto y en silencio pensaremos: "Es un placer estar conmigo mismo".
#Pa'lante.
Bien!
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