Anhelo el momento de paz en que mire al cielo y disfrute de nubes dispersas sobrevolando el horizonte. Cuando sentado en una pequeña silla de madera respire la brisa del atardecer solitario y callado, amarillo por sus rayos de sol y rojizo en lo lejano del cielo. Brote de tranquilidad en mi pueblo que concluye su día contemplando los buenos frutos de su trabajo. Silencio sin disturbios y una blanca taza de café posando en el vacío. Sorbo a sorbo desmiento tanta inseguridad existente y contemplo un momento eterno, pues hasta el fin de los días perdurara en mi memoria y corazón.
Si tan solo un día bastara para descansar del cemento, la jungla de acero y el trafico ensordecedor, no habría necesidad de desear tantos escapes. Mientras tanto esperar unas vacaciones, esperar un momento donde mire a lo lejos y no encuentre edificios y carreteras, solo naturaleza y pura belleza. Es cuando inhalare el puro aire de la mañana para saber que cada cierto tiempo merece la pena recordar que la verdadera paz existe, solo tenemos que buscar el momento adecuado, los pensamientos correctos y "voila", se quedaran grabados en cada esquina de nuestra alma hasta que decidamos sacarlos a la luz.
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