Cada uno tiene medicina para el dolor, vientos que soplan a favor del "estoy bien" y en contra de las penas, que por más hondas que sean, no son tan malas al final, han sido necesarias en su momento.
¿Qué tal si desnudamos el alma y nos quitamos ese caparazón que tanto pesa, esa armadura en contra de cualquier mala opinión y dejamos el escudo en casa? Estamos casi blindados de palabras, somos únicos, pensamos, y es cierto. Soy quien quiero ser, quien he trabajado en "ser" y he pensado en que es la forma que viene de nacimiento, pero matizada por arreglos en el camino, pensamos. Vamos, no siempre somos nosotros, a menos que estemos solos. Ahuyenta conocerte delante de los demás y saber cómo en realidad eres, tus inicios que han marcado tu conducta, tus golpes y tus alturas, pero es tan extraño ese esfuerzo por parecer de otro lugar, de otro estado mental, si te conozco y así como eres está bien, porque es natural.
Resulta que no importa el tiempo que nos escondamos detrás de una forma de ser, siempre llega un momento en que aquello que anhelamos mostrar queda lejos del momento y brilla esa luz personal que tenemos. Nos vendemos como una imagen de éxito y felicidad, sonreímos a las cámaras y cuando tomamos la foto esa sonrisa se apaga y se ven las bolsas en los ojos. El desvelo no es el tema, querido Watson, que tan inteligente eres y manipulas las palabras para no tomar las ideas, porque no quieres simplemente leerlas. No podemos culpar a nadie, si toda una sociedad está sumida en la imagen que se ha mostrado en TV sobre lo que está correcto, la ropa que es correcto usar, el zapato que se ve bien, las gafas que están correctas y que son las que te dan imagen. De nuevo, el tema no son ese reloj, y el pantalón apretadito querido Watson, no te me vallas en sentimiento defendiendo el gusto personal si hay una gran idea que tocó ese punto. Seamos objetivos.
Vivir para ti es un error, vivir para los demás es aberrante. El problema está en la manera de comunicarnos. Ya los más jóvenes no saben qué hacer si están uno frente a otro y no tienen algo electrónico para reírse de fotos, cantar o jugar. Los temas de conversación sinceros son escasos, tenemos vergüenza de mostrar nuestro lado sentimental. Nos hacemos bullying cuando intentamos decir algo personal que nos ha dolido o que nos conmueve. Porque estamos "BIEN", porque no le damos "mente a na'" y "superamos todo rápido". Charlar y abrirnos está pasado de moda.
Te creo.
Creo en tu nivel de sinceridad, creo en tu foto cuando la tomas, en ese momento somos felices. Creo en todo aquello que nos hace ser quienes somos. Pero quisiera creer que es así cuando no está nadie. Se que no diremos que así no es, o quizás si, pero es difícil ver una sonrisa en el espejo cada mañana, una sonrisa personal, para tu memoria, si es que miramos el espejo detenidamente. ¿Hace cuanto no miras un amanecer sin tener un smartphone en la mano? ¿Hace cuanto no lloras mirando el cielo y sintiéndote pequeño? ¿Hace cuanto no tomas 30 minutos solo, en silencio y lejos del bullicio de la ciudad, pensando en qué cosas debes mejorar? Meditación a luz de algo importante.
No solo salimos con esa coraza de felicidad y éxito, sino que en muchas ocasiones queremos destruir aquella persona que es verdaderamente feliz siendo sencilla, aquella persona que no le importa qué marca de camisa usa. Aquella persona que sonríe con luz propia en todo lugar, que también tiene muchos miedos y los demás los conocen porque los comparte, habla desde el corazón y se da a conocer en verdad. Lástima de aquel que no tiene amigos que rían y lloren con él, que tiene intereses de por medio y la sinceridad es sólo una parte del velo negro. Más me alegro de aquellos que con buen corazón han aprendido a dejar ir las redes a veces, a enviar esas fotos con los amigos que no son tan populares, pero son los verdaderos. Hasta la humildad se comparte como una imagen. Son cosas que nadie ve, nadie sabe a menos que esté ahí contigo. No se dice, se aprecia. Aquellos quienes no temen del qué dirán si no muestro esa apariencia hoy, porque han dejado que su vida la dirija algo más valioso y duradero: la integridad.
¿Qué tal si desnudamos el alma y nos quitamos ese caparazón que tanto pesa, esa armadura en contra de cualquier mala opinión y dejamos el escudo en casa? Estamos casi blindados de palabras, somos únicos, pensamos, y es cierto. Soy quien quiero ser, quien he trabajado en "ser" y he pensado en que es la forma que viene de nacimiento, pero matizada por arreglos en el camino, pensamos. Vamos, no siempre somos nosotros, a menos que estemos solos. Ahuyenta conocerte delante de los demás y saber cómo en realidad eres, tus inicios que han marcado tu conducta, tus golpes y tus alturas, pero es tan extraño ese esfuerzo por parecer de otro lugar, de otro estado mental, si te conozco y así como eres está bien, porque es natural.
Resulta que no importa el tiempo que nos escondamos detrás de una forma de ser, siempre llega un momento en que aquello que anhelamos mostrar queda lejos del momento y brilla esa luz personal que tenemos. Nos vendemos como una imagen de éxito y felicidad, sonreímos a las cámaras y cuando tomamos la foto esa sonrisa se apaga y se ven las bolsas en los ojos. El desvelo no es el tema, querido Watson, que tan inteligente eres y manipulas las palabras para no tomar las ideas, porque no quieres simplemente leerlas. No podemos culpar a nadie, si toda una sociedad está sumida en la imagen que se ha mostrado en TV sobre lo que está correcto, la ropa que es correcto usar, el zapato que se ve bien, las gafas que están correctas y que son las que te dan imagen. De nuevo, el tema no son ese reloj, y el pantalón apretadito querido Watson, no te me vallas en sentimiento defendiendo el gusto personal si hay una gran idea que tocó ese punto. Seamos objetivos.
Vivir para ti es un error, vivir para los demás es aberrante. El problema está en la manera de comunicarnos. Ya los más jóvenes no saben qué hacer si están uno frente a otro y no tienen algo electrónico para reírse de fotos, cantar o jugar. Los temas de conversación sinceros son escasos, tenemos vergüenza de mostrar nuestro lado sentimental. Nos hacemos bullying cuando intentamos decir algo personal que nos ha dolido o que nos conmueve. Porque estamos "BIEN", porque no le damos "mente a na'" y "superamos todo rápido". Charlar y abrirnos está pasado de moda.
Te creo.
Creo en tu nivel de sinceridad, creo en tu foto cuando la tomas, en ese momento somos felices. Creo en todo aquello que nos hace ser quienes somos. Pero quisiera creer que es así cuando no está nadie. Se que no diremos que así no es, o quizás si, pero es difícil ver una sonrisa en el espejo cada mañana, una sonrisa personal, para tu memoria, si es que miramos el espejo detenidamente. ¿Hace cuanto no miras un amanecer sin tener un smartphone en la mano? ¿Hace cuanto no lloras mirando el cielo y sintiéndote pequeño? ¿Hace cuanto no tomas 30 minutos solo, en silencio y lejos del bullicio de la ciudad, pensando en qué cosas debes mejorar? Meditación a luz de algo importante.
No solo salimos con esa coraza de felicidad y éxito, sino que en muchas ocasiones queremos destruir aquella persona que es verdaderamente feliz siendo sencilla, aquella persona que no le importa qué marca de camisa usa. Aquella persona que sonríe con luz propia en todo lugar, que también tiene muchos miedos y los demás los conocen porque los comparte, habla desde el corazón y se da a conocer en verdad. Lástima de aquel que no tiene amigos que rían y lloren con él, que tiene intereses de por medio y la sinceridad es sólo una parte del velo negro. Más me alegro de aquellos que con buen corazón han aprendido a dejar ir las redes a veces, a enviar esas fotos con los amigos que no son tan populares, pero son los verdaderos. Hasta la humildad se comparte como una imagen. Son cosas que nadie ve, nadie sabe a menos que esté ahí contigo. No se dice, se aprecia. Aquellos quienes no temen del qué dirán si no muestro esa apariencia hoy, porque han dejado que su vida la dirija algo más valioso y duradero: la integridad.
PD: La definición de integridad es más abarcadora y sublime de lo que podemos pensar.
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